Ella es la amenaza terrorista Ella es tres veces mamá Es tabaco a precio de lista Es Éxtasis en lluvia, es maná. (Atentados Contra su vida de Martin Crimp)
10.agosto.2013
Atentados contra su vida de Martin Crimp fue estrenada por primera vez en Marzo de 1997, en el teatro inglés Royal Court, y ha sido traducida a más de 20 idiomas. El director Cristian Drut, ya había introducido la obra de Martin Crimp en la escena local en el 2011 con En el campo y esta vez nos acerca nuevamente al enigmático y complejo universo de este autor británico con la impronta de su estilo y la música original de Los hermanos McKenzie.
Al parecer se trata de una vida: la vida de Ana. Este personaje es descripto desde diferentes puntos de vista en un complejo mecanismo de producción de miradas al infinito. Hay un personaje central que nunca aparece en escena, sin embargo, estos múltiples puntos de vista sobre Ana intentan una definición del personaje: lo que Ana es y lo que Ana hace, generando una sensación de totalidad y de des-definición del objeto en cuestión. Cada focalización resulta interesante y, a la vez, desconcertante. Ana es o puede ser: terrorista, porno star, artista suicida y muchas cosas más. La figura de Ana es susceptible de ser devorada por las ansias de consumo contemporáneas. No resulta difícil acercar esta situación al tratamiento que realizan algunos medios periodísticos sobre temas de actualidad: asesinatos, intrigas y vidas privadas expuestas hasta perder de vista el objeto. El saldo de esta situación es una imagen desfigurada donde sólo queda el extraño placer que provoca el acercamiento excesivo, sin tener en cuenta el objetivo primero de la mostración del objeto.
El prisma a través del cual nos acercamos a Ana es complejo y está cuidadosamente trabajado desde la dirección y la actuación. La primera escena, donde intervienen Analia Couceyro, Lucrecia Gelardi y Cecilia Czornogas (la inquietante y bella voz de Los hermanos McKenzie), resulta precisa y cargada de sensorialidad. Los textos de Martin Crimp tienen un ritmo rápido y abren simultáneos mundos, en este sentido resulta fundamental que el trabajo actoral y de dirección han sabido marcar momentos de tensión y relajación para poder disfrutar al máximo de todos los momentos de la obra. La música en vivo es un acierto de la obra y ha sido muy bien integrada al espectáculo en su totalidad.
Asistimos a un espectáculo donde múltiples miradas devoran el objeto hasta dejarnos su ausencia. Una forma más de representación de la violencia contemporánea, un tipo de violencia que no es dolorosa de ver, porque nuestros sentidos están acostumbrados a ella. Esta obra nos da la posibilidad de desarticular nuestra mirada en un laborioso trabajo de reconstrucción de fragmentos. La crueldad de todos los días es puesta en cuestión, esa crueldad sobre la que no se debate y más allá de cualquier juego de intrigas nos retiramos de la sala reflexionando sobre la actualidad de estos temas y sus consecuencias. Una obra para ver más de una vez.