Una historia que se desarrolla inmersa en uno de los hechos más dramáticos de la última dictadura militar, la Guerra de Malvinas. Un hombre obsesionado por recuperar a su mujer a pesar de todo lo que pudiera ocurrir alrededor, tanto en lo social del país como en el interior de su pareja.
La obra fue escrita por el ex juez Daniel Llermanos, un caso real lleno de matices irónicos y sarcásticos. Una historia que le permite al espectador navegar por el mundo de las leyes incluso mostrando la cara más perversa de la justicia argentina.
Las actuaciones son sólidas y correctas en una comedia de abogados, donde la directora logra un ritmo que no deja puntos en blanco. Tomás Fonzi como el Dr. Ponciano Funes logra desarrollar a un joven abogado talentoso, rol que es llevado a cabo con propiedad y encanto. Además, Gabo Correa sorprende con la diversidad de personajes que realiza, desde un secretario del juzgado hasta el mozo del bar, pasando también por empleado de la morgue. Cada una de las interpretaciones que ejecuta tienen una marca que provoca que cada papel se diferencie del otro.
Por otro lado, la escenografía se diversifica de tal forma que un gran ámbito como el estudio de abogados contiene distintos espacios como el bar, el living de la casa de Stella (Alejandra Darín) la ex mujer o quizá la mujer de Amado Mubarak (Carlos Santamaría), el despacho del Dr. Ponciano Funes y la oficina del Comisario (Raúl Rizzo), entre otros. Tanto la luz como la música funcionan como elementos que permiten la unión entre los lugares, las escenas y las situaciones en sí mismas por las que van transcurriendo todos los personajes.
Si bien la obra relata una historia que ocurrió fechada en Buenos Aires, Argentina, 1982 y es considerada como copia fiel de la realidad, algunos nombres y circunstancias han sido modificadas por defectos de la memoria y cuestiones legales. Código de familia intenta mostrar que las cosas no se cuentan únicamente para ser contadas, sino para que cambien. Y aclara que las leyes son como una brújula porque marcan el camino pero no garantizan el destino. Esto último es lo que le permite al público presente reflexionar acerca de los manejos diarios del país así como también en la vida de cada uno. La Guerra de Malvinas a grandes rasgos y como contexto social de la obra es también aquella guerra que se dio dentro del seno de la pareja y de la familia; y que quizá hoy pueda observarse desde otro ángulo para hacer hasta lo imposible por vivir mejor y con mayor armonía.