La historia transcurre en un hostel de Carmen de Patagones, provincia de Buenos Aires, donde viven y trabajan Sonia y su tío Iván. Sus vidas se verán modificadas a partir de la llegada del padre de ella, Alejandro, y su nueva mujer, Elena; sumado a la presencia de su único huésped, Pablo, un médico preocupado por el futuro del medio ambiente.
Los cinco personajes son bien distintos. Sonia y su tío son trabajadores, soñadores, amantes de la música, con una sensibilidad especial. En cambio, Alejandro es un hombre entrado en años, frío, soberbio. Su mujer tiene preferencia por la ciudad, es más joven que él y segura de sí misma. El médico es el personaje del cual todos están enamorados pero ninguno logrará captar su amor. No se considera idealista pero busca concientizar sobre el porvenir malo que tiene la Tierra. Cada uno de ellos durante todo el transcurso de la obra mostrará esa necesidad que tenemos los seres humanos de tener un amor correspondido, como así también la soledad que se puede tener aún estando acompañados.
El texto es de una belleza singular y de mucha sensibilidad. Los espectadores se sentirán identificados con algún fragmento de la pieza teatral, ya que habla sobre cuestiones propias de las personas: el amor, la familia, los sueños, el talento, los problemas cotidianos, etcétera. Cabe destacar que todos los personajes, excepto el padre, en algún momento relatan, en forma de monólogos, lo que para ellos significa el amor. Estos suman a la historia y la enriquecen mucho más.
El elenco es muy sólido y parejo. José Escobar interpreta a la perfección al tío que se desvive por su sobrina y que posee mucho amor para dar. Conmueve a los espectadores con su ternura y sufrimiento y hasta hace reír con sus chistes. Tiene una química muy linda con Rosario Varela, en el papel de Sonia, quien logra emocionar con aquella joven con aspiraciones de cantante. Por su parte, Jorge Fernández Román interpreta de forma correcta a ese padre que busca cómo beneficiarse de toda la situación. Manuela Amosa crea un personaje que atrae por su frescura y belleza, pero que a la vez busca también el amor verdadero. Por último, el médico es personificado de manera impecable por Diego Faturos. Enamora en todas sus apariciones.
La escenografía es simple pero ayuda a que los espectadores imaginen ese lugar en el que conviven todos los personajes y que tanto los condiciona. Al mismo tiempo, permite que los actores puedan manejarse de manera cómoda y libre. La música, de tinte folclórico, está presente a través de los recitales que llevan a cabo Sonia y su tío, y logra acompañar de forma justa a la historia. El amor es un bien demuestra que con un texto rico y unas perfectas actuaciones se puede obtener una pieza teatral que vale la pena ver, disfrutar y reflexionar.