Luciano Cáceres presenta una obra sumamente comprometida, la cuál aborda diferentes temáticas, utilizando la religión como eje y disparador. La discriminación hacia el diferente, la idea de belleza como valor supremo, la construcción de una patria, y la hipocresía de una sociedad son los tópicos presentes en la pieza.
La historia se desarrolla dentro de la catedral de Buenos Aires, en el año 1871. Época donde el flujo inmigratorio se acrecentaba, y acontecía una de las catástrofes más terribles en nuestro país: La fiebre amarilla. La muerte rondaba por los barrios más humildes, hasta las mansiones más elegantes.
Una canonesa, (Leonor Manso) antigua amante del difundo Monseñor, un artista homosexual (Carlos Belloso) y un joven misterioso, musa del pintor, (Guillermo Berthold) son los protagonistas de ésta historia. El artista tiene como encargo pintar un retrato de Santa Lucía, la canonesa tiene que hacer que esta tarea se cumpla. El conflicto se desata cuando irrumpe en escena un bello joven, que desestabiliza una supuesta armonía entre estos personajes.
La puesta es original, apunta a que el público se involucre con todos sus sentidos. El incienso y las enormes vigas en forma de cruz que se extienden en el escenario, recrean una atmosfera que traslada al espectador a la catedral de Buenos Aires de fines del siglo XIX. Partiendo de un texto sólido, Leonor Manso y Carlos Belloso logran expresar y transmitir la densidad de la obra. La iluminación, el vestuario, y el sonido son utilizados de manera eficaz, logrando un excelente resultado.
El cordero de ojos azules, es una obra que cuenta con recursos del melodrama y del thriller. Es intensa y dinámica.