La televisión está encendida. Se escuchan varias noticias penosas, violentas y la respuesta que Jorge (Alberto Ajaka) arroja naturalmente es “A esos tipos tendrían que darle la pena de muerte”. Susana (Eleonara Wexler), su esposa, le reprocha tibiamente cierta exageración en relación al comentario. Esta escena inicial condensa un cierto tono de violencia que se mantendrá durante toda la obra con acertados matices y momentos de transición.
La obra de Sergio De Cecco y Armando Chulak se estrenó en el año 1975 en el teatro Regina de Buenos Aires, sin embargo, la actualidad de sus temas y la representación referencial de la clase media está en plena vigencia. Luciano Suardi, estrenó la obra en el 2013 en el Teatro Nacional Cervantes con las actuaciones de Muriel Santana y Guillermo Arengo como protagonistas. En esta nueva temporada en el Cervantes, la obra cuenta con las actuaciones de Eleonora Wexler y Alberto Ajaka en los roles principales. La queja, los sueños frustrados y el lamento ante un mundo que se revela como invariablemente hostil hacen a la cotidianeidad de los personajes. Se representa un espacio donde el acceso a alguna forma de bienestar está teñido por opresiones externas e internas.
Un día la tele nueva deja de funcionar justo antes del comienzo del programa favorito de Susana y a partir de ese momento el vacío que deja la programación televisiva es llenado (si acaso esto fuera posible) con recuerdos, reproches y dolor. En medio de tantas zonas oscuras hay algunas cosas importantes y con gran valor afectivo: para Susana su piano que representa sus sueños de concertista y niña educada. Para Jorge, las revistas agropecuarias coleccionadas durante años con gran dedicación dan cuenta de sus deseos de trabajar la tierra. Hay varios motivos que los llevaron y los llevan a estar juntos, motivos que se van revelando a lo largo de la obra en escenas que involucran emociones profundas expresadas tanto verbal como corporalmente. El trabajo de Wexler y Ajaka resulta visceral y, a la vez, atractivo por la gran entrega que demuestran en su trabajo actoral.
Las escenas donde se desarrolla el conflicto de la pareja, cargadas de un tono dramático fuerte, son alternadas con la intervención de los personajes de la nona, interpretada por Graciela Pal y Don Robustiano, encarnado por el actor Ivan Moschner. Estas escenas de transición están cargadas de ironía y tras el velo del humor aparecen nuevamente profundos rasgos de violencia y resignación ante la cotidianeidad. A los diversos conflictos mencionados se suma una banda ensayando, vecinos que intervienen con su música en el clima de las escenas generando un diálogo muy interesante y aportando una extra-escena cautivante a la pieza. Los músicos son: Miguel Alché, Juan Faisal y Martín Miguel López Grande.
Algo falla en el desarrollo cotidiano, la televisión no prende, el técnico tarda en llegar: es el día del gran deschave. Susana ese día no puede ver su novela favorita y sin quererlo asiste al espectáculo de su propio drama diario. Vale la pena ver esta obra que ya se ha convertido en un clásico del teatro argentino.