Bien lo anuncia el programa de mano de la nueva temporada de Filomena Marturano, matrimonio a la italiana. La obra aborda un tema siempre vigente: las relaciones familiares. Y vaya forma de abordarlo. La emoción, la risa, la empatía y el enojo son sensaciones por las que cualquier espectador va a transitar durante poco más de 80 minutos en los que verá pasar delante de sus narices un trabajo excepcional, en todos los rubros. Filomena Marturano parece ser todas las mujeres en una. Pero al comienzo de la historia solo vemos a la Filomena que hará cualquier cosa por casarse con el hombre con el que vive pero por un solo propósito: que sus tres hijos lleven el apellido de ese hombre, Doménico Soriano. Hijos que en realidad no saben que ella es su madre y, a partir de ahí, interminables planteos de parte de hijos y ¿marido? hacia una mujer a la que la vida parece nunca haberle regalado nada, sino todo lo contrario. Una vida vivida para el prostíbulo donde conoció al hombre con quien quiere casarse. La escenografía que plantea la última puesta de Filomena… es tan precisa en los detalles, texturas y colores que cualquier persona ingresa de manera instantánea a ese mundo de finales de los años 40 y ese es el mejor comienzo para ser parte de una historia que puede pasar por simple pero queda muy alejada de eso. Acompaña a esto un diseño de luces poderoso que realza los momentos más importantes de la trama. Tanto actores como actrices hacen lucir sus adecuados vestuarios que logran afianzar un estilo de época. Entre el elenco se destaca la participación de Milagros Almeida como Lucía, una de las mucamas de la casa. Sorprende con su ductilidad y movimientos en el escenario. En la misma línea se encuentran los tres hermanos (Talo Silveyra, Ignacio Pérez Cortés y Luciano Correa) con grandes momentos cómicos entre ellos, donde se ve también lo detallista de la puesta en escena de Dalia Elnecavé (directora de la reposición). Hernán Jiménez y María Rojí, en su doble papel, llevan frescura y una buena cuota de risas que acompañan sus parlamentos. Claudia Lapacó y Antonio Grimau parecen haber nacido para ser Filomena Marturano y Doménico Soriano. El actor logra despojarse completamente de los dos últimos personajes que realizó (en Piel de Judas con Susana Giménez y en Al final de Arcoíris con Karina K) para componer un Doménico que rápidamente gana la atención del público, sorprendiendo con sus momentos de canto. La ganadora del Premio ACE 2016 a Mejor Actriz de Comedia por esta interpretación vuelve a demostrar por qué tiene más que merecido ese premio. Con un manejo de escenario único, se adueña de Filomena con carácter y decisión, llevando al espectador por un camino de sensaciones que pocos artistas logran construir. El monólogo donde cuenta su vida es el punto de inflexión donde demuestra que es una de las grandes actrices argentinas. Además, se luce en los momentos cantados reafirmando la idea de muchos de que debe volver a realizar un musical. Filomena Marturano es la comedia dramática que tiene todos los condimentos para ser lo que es: un espectáculo completo. La versión de Dany Mañas es impecable, la incorporación de temas musicales, acompañado por un gran trabajo de Matías Ibarra en la dirección vocal, termina de darle la vuelta que la obra parecía pedir y ahora agradece, como lo hace el público al terminar la función, siempre de pie.