Es muy interesante notar como en un mismo espacio escenográfico pueden llevarse a cabo distintos ámbitos. Los mismos nos hablan a la vez de una oficina en pésimas condiciones, la casa de una pareja, un consultorio médico y un bar. En estos lugares se desarrollan las vidas de los cinco personajes que a pesar de sus diferencias tienen en común la soledad, la necesidad de amar y la incomprensión por parte de la sociedad y de ellos mismos.
Si bien la actuación de todos es homogénea, debe destacarse la de aquellos actores que personifican a Sandra, Moni y Héctor. Ellos trabajan en una oficina que es justamente, la que en el final nos enteraremos, el tercer cuerpo de ese gran edificio. Los tres son quienes llevan adelante la mayor parte de la acción con sus historias que permanentemente se mezclan como el funeral de la madre de Héctor, el deseo de Sandra de tener un hijo y la necesidad de Moni de encontrar un lugar donde vivir. Sin embargo no debemos olvidarnos de los personajes de Sofi y Manuel, esa pareja que intenta continuar estable frente a todos los problemas que se le plantean.
Todos los protagonistas nos permiten disfrutar de los distintos avatares de la vida que en este caso se da en todos estos sitios, pero que pueden ocurrir en cualquier lado y que son cotidianos. Los problemas que atraviesan son los que precisamente le permiten al espectador estar identificado continuamente y atento a ese escenario.
Por otro lado, es imprescindible hablar del autor y director de este espectáculo: Claudio Tolcachir que nos muestra nuevamente en Tercer Cuerpo su sello. Mantiene el código que tan efectivo le resultó en otras dos de sus obras como La omisión de la familia Coleman y Lisístrata, ese humor negro tan característico que se deja ver y sentir constantemente.
Tercer Cuerpo, una propuesta acerca de la vida misma con toda su cotidianidad a flor de piel. Una pieza para reírse, reflexionar y pasar un buen momento. Parecido a la vida misma pero sin olvidarnos que estamos en el teatro.